Sabíamos por su personalidad, propuestas de campaña y perfil de los integrantes de su partido, que las cosas para los mexicanos no serían buenas. Obviamente que la gran mayoría de quienes votaron por su proyecto del ahora presidente de la república no fue consciente; había una gran inconformidad y hartazgo de la población, y el objetivo era sacudirse con quien fuera y a como diera lugar de quienes abusaron del poder durante muchos años, confiados en la bonhomía de los ciudadanos. Pero las consecuencias están a la vista y las padecemos todos los días; vivimos una tragedia, la destrucción brutal y devastadora, y lo peor, la actitud burlesca y cínica del gobierno de la 4T.
Menos de dos años bastaron para confirmarnos que efectivamente, tenemos un presidente que es excelente conocedor de la psicología de la gente y bueno para diagnosticar los problemas del país, pero al mismo tiempo un gran cínico, ambicioso de poder y manipulador que el pueblo de México no merece. Para ocultar los malos resultados de su gobierno y mantenerse en el ánimo de la gente con el pretexto de combatir la corrupción y acabar con los excesos de los ex presidentes, primero puso en venta el avión presidencial, luego intentó rentarlo y finalmente, se sacó de la chistera la rifa del avión que no rifó y que terminó pagando con el dinero de los propios mexicanos, que significa pagarlo dos veces, en lugar de invertirlo en medicamentos y equipo.
Ordenó la detención y extradición del ex director de Pemex, Emilio Lozoya para llevarlo no a un reclusorio sino a un hospital de lujo, acusado de dejar un boquete de más de 25 mil 500 millones de pesos entre 2013 y 2016, como resultado de 111 presuntos actos de corrupción, malos manejos y desvíos detectados por la Auditoría Superior de la Federación. Durante varios días el presidente y el jefe de la UIF festejaron en grande su extradición y publicación de un video supuestamente entregado por Emilio Lozoya donde se ve un funcionario llenando maletas de dinero, después del cual se publicó otro donde Pío López Obrador también se ve recibiendo bolsas de dinero para la campaña presidencial en 2018. A partir de allí, sospechosamente, nada se sabe del paradero del exfuncionario priista ni sus videos.
Finalmente, porque los ejemplos son infinitos y el espacio pequeño, el presidente López Obrador (así se apellida), como aún falta tiempo para la elección y necesita continuar con su obra puesta en escena, para mantener el poder, aunque dice “no es su fuerte la venganza pero se ha propuesto mandar obedeciendo”, decidió someter a los últimos cinco expresidentes a proceso a través de una consulta a los mexicanos. Y aunque según la ley (su ley, obviamente requería un millón seicientas mil firmas de mexicanos y no las reunió, porque son muy escasos los mexicanos que todavía creen en él, decidió hacerla por su cuenta, previa autorización de la Suprema Corte de Justicia, situación que no tiene sentido porque de por sí su obligación la aplicación de la ley.
Según la pregunta de López Obrador: “¿Está de acuerdo o no con que las autoridades competentes, con apego a las leyes y procedimientos aplicables investiguen y en su caso, sancionen la presunta comisión de delitos por parte de los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, antes, durante y después de sus rerspectivas gestiones?”
Las leyes establecen que cualquiera de los ex presidentes puede ser procesado por la Fiscalía General de la República o por cualquiera de las fiscalías locales, sin necesidad de ninguna consulta popular. Desde el momento en que dejan de ejercer su cargo, no tienen ninguna inmunidad o fuero. Si AMLO va a consultar a la población para que ejerzan el derecho, no tiene ningún sentido. Si López Obrador u otra persona tienen elementos de la comisión de algún delito de algún expresidente ¿por qué no los acusan directamente?
¿Qué sentido tiene entonces la consulta? Ninguno; es sólo un sketch más de López Obrador para engañar al pueblo de México, que tendrá un costo de más de siete mil millones de pesos y que igual que la rifa de su avión, tendremos que pagar nosotros. Vaya locura.
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