En estos días la discusión alrededor del aborto ha estado muy latente por que el 29 de julio la Suprema Corte de Justicia de la Nación abrió el debate sobre legalizar el aborto o no.
Al final la historia se traduce muy cómodamente para los magistrados del tribunal en que todo sigue igual, la discusión no se pudo dar por un tema de falta de trámites, es decir nunca se llegó al fondo de tema y sigue siendo uno de los temas en espera en nuestro sistema de justicia.
¿Pero cuál es la realidad en la que vivimos? más allá de una discusión moral u religiosa, más allá de una postura conservadora o progresista el tema se debe abordar como un tema de salud.
Datos oficiales de cuantas mujeres han tenido un aborto no existen, por que como sabemos, la única vía para hacer esto es la clandestinidad sin embargo el dato más grande es el que tenemos cerca de nosotros y la mayoría de las que somos mujeres conocemos a alguien que lo haya hecho y ahí está la verdadera reflexión.
Abortar sin duda es una intervención de mucho riesgo, pero es una intervención que ya se practica, ya sea con el consentimiento o no, de nuestras leyes, padres o sociedad.
El tema moral debe ser un tema que se discuta en la sobremesa, no en un tribunal.
El estado debe garantizar la salud de todas las mujeres y hombres de nuestro país y al hablar de moralismos, estamos desprotegiendo a las personas que no tienen acceso a un buen sistema de salud, a las personas con niveles socio económico más bajos y ahí es donde la moralidad se vuelve elitista.
La educación la llevamos en casa y es donde las corrientes pro vida tienen espacio, está bien defender el derecho a la vida, está bien no estar a favor del aborto pero al final del día la última decisión la tiene quien se ve en la necesidad de tomar esa decisión, no el estado, no la familia, no la sociedad, entonces es mejor tener una legislación en donde las mujeres que tomen la decisión de hacerlo, no corran peligro de acabar sin vida.
Esto va más allá de ser empáticos, las libertades son primero y sea legal o no, nadie puede privar a ninguna persona de decidir sobre su propio cuerpo.
Me despido citando a Sofia Weidner “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”