Por Jerónimo Gurrola Grave
Diez días despues de declarada la pandemia por coronavirus, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelí, envió al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, un comunicado para expresarle su preocupación por preservar los empleos de los trabajadores y le solicitó varias medidas urgentes para evitar la afectación en la generación de ingresos. Ante las dificultades para presentar sus declaraciones del año pasado al Sistema de Administración Tributaria (SAT), le solicitó la emisión de un decreto con varias medidas mientras dure la epidemia Covid-19, entre ellas, no condonar ni reducir impuestos sino diferir durante seis meses la declaración del ejercicio 2019; permitir el pago de impuestos hasta en 12 parcialidades y establecer un procedimiento expedito para agilizar la devolución de los saldos a favor del IVA aplicable durante el ejercicio de 2020; el diferimiento de los pagos de impuesto y derechos a la importación de mercancías, del pago de cuotas en materia de seguridad social de sus trabajadores y 60 puntos más.
Sin embargo despues de varias reuniones en que los empresarios que forman del CCE como Concamin, Canacintra, Coparmex, Concanaco, Servytur, etcétera, le explicaron que no eran adversarios de su gobierno y que la importancia obedece a que las empresas pequeñas y medianas generan más del 70% de los empleos nacionales, el presidente López Obrador respondió a Salazar Lomelí, reaccionando con el hígado y no con la cabeza, que no hay, no existen y no habrá apoyos para rescatar a “los de arriba”, a los “potentados”, que no convertirá la deuda privada en deuda pública y que mejor era que convenciera a 15 empresas a que paguen el adeudo de impuestos, que incluyendo multas y recargos adeudan por 50 mil mdp al Servicio de Administración Tributaria (SAT). Si nos pagan tendremos más recursos para apoyar en la crisis del coronavirus”, dijo el mandatario.
Posteriormente, acostumbrado a hablar lo mismo de moral que de asuntos espirituales, historia, economía, etcétera, y convencido que se le debe creer y tener fe por ser el Presidente de la República, en una de sus conferencias mañaneras, a la pregunta de una reportera sobre un crédito otorgado por el Banco Interamericano del Desarrollo (BID) al Consejo Mexicano de Negocios (CMN) de hasta 12 mil millones de dólares para 30 mil micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs) con el respaldo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para financiar las cadenas produtivas durante la contingencia, sin saber ni entender de que le hablaban como casi siempre, dijo: “No me gusta el modito” de que se pongan de acuerdo y quieran imponernos sus planes.
Si ya no es como antes, el gobierno no puede hacer eso. “Ese aval no podemos nosotros otorgarlo, porque no queremos endeudar al país y queremos rescatar primero a los más necesitados; antes el poder económico y el poder político eran lo mismo, se alimentaban y nutrían mutuamente. ¿Cómo se hace un acuerdo y que Hacienda lo avale? ¿Qué estamos aquí de florero, de adorno? Entonces ver todo esto es protegernos como nación, además no vamos a dar ninguna oportunidad a la corrupción”, dijo. Y siguió: “Magínense, que el presidente se entera de que hay un acuerdo y nada más van a pedirle a Hacienda que lo avale”. Cuándo dijeron “que el gobierno se adhiera a nuestro plan económico”. Es mucha prepotencia.
Pero que López Obrador piense y opine como lo hace es lo más natural, pues generalmente anda un poquito rezagado. No ha entendido ni creo que entienda, que en México existen 4.1 millones de MiPyMEs, con hasta 250 trabajadores, que aportan el 42 por ciento del PIB y generan el 78 por ciento del empleo del país, a pesar de que solamente el 23 por ciento obtiene financiamiento de la banca comercial, de acuerdo con el BID y el CMN, y como lo explicó Graciela Márquez Colín, la propia titular de la Secretaría de Economía de su gobierno: “Se trata sólo de un crédito solicitado por un organismo empresarial ante el banco privado del BID, y la única relación que existe es que Hacienda tiene un asiento en ese organismo y no compromete para nada al gobierno”. No es grosería, pero el presidente, como el de las dos tortas; ni come ni deja comer. Si él abandona a su suerte a los empresarios y con ello a la clase trabajadora, y ellos buscan resolver el problema por su cuenta ¿en qué le perjudica?
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