A Querétaro toca ahora esa misteriosa ventisca que llegó del otro lado del mundo y que viene aparejada con la amenaza de no pasarla bien.
Ese extraño enemigo del que poco se conoce, solo sus efectos en la salud y en la economía, está presente y nos ha hecho cambiar tanto estilo de vida, como (ojalá a muchos) forma de pensar.
Y aunque ya está desbordado el tema, pues muchos medios de comunicación tanto en línea como tradicionales nos han contado miles de historias, ahora nos toca la nuestra.
La muy personal, la íntima.
Ese temor que no queremos mostrar.
Ese pundonor que nos saca la jornada aciaga, esa canción que escuchamos y cantamos varias veces, las series de Netflix, HBO o Amazon Prime.
Nuestro Querétaro moderno, ahora se resguarda (no al cien) y mira desde lejos a los héroes anónimos.
Así es. En nuestra muy personal historia tenemos que tomarlos en cuenta.
Ellos, personal médico, personal de seguridad, personal de supermercados, trabajadores de las autoridades con distintas funciones hacen con su labor y heroísmo, que los días sean más llevaderos.
Y así como el mundo en sus distintas ciudades, zonas, países a aplaudido a sus héroes, nosotros estamos ya en condición de hacerlo. Hace poco, elementos policíacos hicieron lo propio al personal médico del Hospital General.
Ahora, todos los días podemos hacer algo por ellos.
Lo primero es (quienes puedan) quedarse en casa y salir con cautela para hacer la compra. Mientras menos contagios se den, menos el sistema hospitalario local se verá en apremio.
Podemos también reconocerles con una palabra de ánimo, con un aplauso, con una bendición. Bendición, bien decir, bendecir.
Ellos hacen su parte, muy heroica por cierto.
Y por cierto también, vamos a salir de esta y será grandioso. Habremos cambiado perspectivas y podremos valorar, esto sí, al cien, ese misterio que llamamos vida.
A nuestros héroes anónimos un enorme aplauso.