Uno de los problemas que presenta el sistema educativo nacional (SEN) se encuentra en que no ofrece las bases, los conocimientos, las herramientas y las competencias necesarias para que los alumnos, de así desearlo, puedan convertirse en empresarios. Esto lleva a la baja productividad y escasa rentabilidad, principalmente de las pymes, que se deben a la falta de conocimiento empresarial. Esta situación debe y puede ser revertida.
Christopher Perla, director de GA (compañía dedicada al desarrollo humano y la productividad), comenta que “el sistema educativo en el cual nos formamos, desde nivel básico y hasta el universitario, no nos prepara para ser empresarios, mientras que los programas de capacitación no ofrecen resultados efectivos en productividad”.
Para revertir esa situación, la formación de empresarios requiere de la enseñanza y desarrollo de diversas competencias, como las cognitivas, las funcionales, las personales y las éticas, como señala la investigadora María Ángeles Sotés-Elizalde en su texto “Formación profesional: sistema educativo y empresa”. Pero el SEN está muy lejos de ofrecerlas satisfactoriamente.
Al respecto hay indicadores contundentes: según la Encuesta Nacional de Hogares 2016, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el país hay cerca de 31 millones de personas en situación de rezago educativo.
En Panorama educativo de México, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) hizo una revisión de los resultados que el SEN ha obtenido en pruebas estandarizadas internacionales, de donde concluyó que las autoridades “no han logrado construir estrategias que permitan de manera generalizada y sistemática observar cambios significativos a nivel nacional que redunden en mejores resultados en el aprendizaje de las habilidades, competencias y conocimientos básicos para la participación y la inclusión plena de los estudiantes en la sociedad actual”.
Los déficit que en esos aspectos presentan quienes se lanzan a fundar una empresa terminan por extenderse a sus organizaciones: según la Encuesta Nacional de Productividad y Competitividad de la Micro, Pequeñas y Medianas Empresas 2015, realizada por el Inegi, únicamente 12.6 por ciento de las empresas dan capacitación a su personal. Asimismo, en su estudio Evolución tecnológica de los recursos humanos en empresas de Latinoamérica y España, International Data Corporation destaca que más de 70 por ciento de las empresas mexicanas invierten menos de 2 por ciento de sus ingresos en entrenamiento de su fuerza laboral.
Al respecto el directivo de GA destaca que, por ejemplo, contar con una estrategia, saber armar un equipo, tener un nicho de mercado y poseer un flujo de efectivo es conocimiento empresarial. Ignorar esto repercute en baja productividad y escasa rentabilidad en las organizaciones, por lo que deviene el fracaso.
Así es como 75 por ciento de las pymes desaparecen antes de dos años, según un estudio de 2016 realizado por el Instituto del Fracaso. Entre las causas principales de esas quiebras, señala el documento, se encuentran la falta de indicadores u objetivos del negocio, planeación deficiente y problemas en la hipótesis de negocio y oportunidades de mercado.
Perla comenta que varios de sus clientes han caído en esos errores: “Mientras no sepan definir claramente hacia dónde va la empresa, la oferta de valor y crear una cultura que permita que eso suceda, todo lo demás no servirá. Esto proviene de una falta de conocimiento de las personas que hacen que las cosas sucedan”.
Lo anterior se agrava porque ya no son suficientes los tradicionales cursos, talleres, seminarios y diplomados para empresarios y directivos, muchos de los cuales son impartidos por profesores con escasa o nula experiencia empresarial.
Esto hace necesarias nuevas propuestas. Una de ellas son los programas que presenta GA, organización creada por un grupo de empresarios que ha diseñado una metodología que genera mayores utilidades para las compañías a través del bienestar de los trabajadores. La base es el vínculo entre el autoconocimiento y la forma de trabajar (cultura empresarial).
Perla explica que para la acertada evolución de una organización se requiere de un proceso de autorreflexión de sus directivos, así como de trabajo diario, con seguimiento comprometido y alineación de resultados, que es la apuesta de GA. Con ese aprendizaje los empresarios se vuelven más estratégicos, ya que les permite entender la planeación. “Ejecutar antes de planear es un hábito pésimo que tenemos en nuestro país”, remarca Perla.
También la preparación empresarial se debe diseminar entre los colaboradores de las compañías, y que esa enseñanza de capacidades esté enfocada en las personas, que son las que hacen la cultura, para que esta trabaje a favor de la organización. Así se mejorarán, simultáneamente, el bienestar de las personas y la utilidad de las empresas, lo cual es el único camino para salir del atolladero actual de productividad y rentabilidad.