Opinión | ¿Prohibir la música resuelve la violencia?

La decisión de Mauricio Kuri nos enfoca especialmente en géneros como los corridos y narcocorridos, que glorifican al crimen organizado, el consumo de drogas o la violencia como estilo de vida.
Entre los beneficios inmediatos, es innegable que se dejará de glorificar públicamente a narcotraficantes, criminales y personas de mal, lo que representa un mensaje: en Querétaro no se celebrará a quienes lastiman a la sociedad.
La cultura del crimen no puede ser aspiracional ni motivo de orgullo.
El Estado blinda el espacio público de mensajes que normalicen la violencia.
La música, como cualquier forma de expresión cultural, tiene un impacto en el comportamiento y en la percepción social.
No se trata de satanizar géneros. Se intenta con justa razón el poner límites cuando la lírica convierte al delincuente en héroe y a la ilegalidad en aspiración.
Peeeero lapregunta de fondo es ¿prohibir es la solución?
La historia muestra que la censura pocas veces elimina un fenómeno cultural; al contrario, suele darle mayor atractivo.
Además, los problemas de violencia en México no nacen de las canciones, sino de las condiciones de impunidad, desigualdad y falta de oportunidades que siguen alimentando al crimen organizado.
La música es un vehículo de valores y un espejo de una realidad. Silenciarla no cambia lo que ocurre en las calles.
El verdadero reto para las autoridades está en además de regular lo que suena en conciertos o ferias, en transformar el entorno social que permite que esas letras tengan sentido y mercado.
La violencia no se combate únicamente con silencio, sino con justicia, oportunidades y educación.
Sin embargo, iniciar por dejar de glorificar a los malandros es una buena manera de sembrar en las generaciones una cultura de la legalidad, e impedir que, como decíamos párrafos antes, dejemos de ver como héroes a los Escobares, Beltranes, Caros, Chapos, Mayos etc.