Ni Pan ni Circo: Cultura y Ciudadanía

En Roma, “pan y circo” significaba mantener al pueblo entretenido para evitar que exigiera cambios. Hoy, en muchas ciudades, esa frase se usa para descalificar cualquier fiesta o festival, como si celebrar fuera un acto de evasión.

La realidad es otra: las festividades son el pulso vivo de una comunidad. Generan empleo, atraen turismo, preservan la cultura y fortalecen el sentido de pertenencia. Sin ellas, las ciudades se vuelven más pobres, no solo en economía, sino en identidad.

Reducir un festival a “circo” es ignorar siglos de historia en los que las celebraciones han sido motores de cohesión y desarrollo. La Guelaguetza en Oaxaca, las Fallas en Valencia o la Feria de San Marcos en Aguascalientes son ejemplos claros: lo que ahí se vive es orgullo, economía y cultura, no distracción política.

Celebrar no es olvidar los problemas. Es recordar, juntos, quiénes somos y que, precisamente por eso, seguimos de pie para resolverlos.

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