Por Jerónimo Gurrola Grave
Muy lastimosa ha sido la vida de la gran mayoría de los mexicanos en los últimos decenios en que se instauró por la vía del hecho el modelo económico neoliberal, con malos gobiernos que han ahondado la brecha entre los que tienen de más, y las clases más empobrecidas, usadas sólo para generar riqueza para unos cuantos, situación que ha empeorado de manera muy importante con la llegada del actual gobierno morenista en los aspectos, económico, generación de empleo, educación, seguridad, y no se diga en el aspecto de la salud donde según expertos, han muerto dos o tres veces más la cantidad de 146 mil que informan los irresponsables funcionarios de primer nivel del sector salud, dejando en la desgracia a cientos de miles de familias.
Y aunque el próximo 6 de junio, a pesar de la pandemia que se incrementa cada vez, habrá de realizarse la elección más grande en la historia de nuestro país, en la que candidatos de diez partidos políticos nacionales, locales e independientes se disputarán más de 21 mil puestos de elección popular, que incluye quince gubernaturas, 30 congresos locales y 1900 ayuntamientos y juntas municipales, el ambiente político no es muy alentador para la gran mayoría de los ciudadanos.
El motivo de mi columna es destacar dos hechos que a mi juicio debemos notar. En primer lugar, que el proceso electoral se ha convertido en un “circo”, en una gran “pachanga”, con la inclusión, por el interés de los partidos chicos de “jalar” votos supuestamente para ganar una elección o mantener el registro, proponiendo en su desesperación a deportistas, cómicos, rockeros, stripers, etcétera, que carecen de los conocimientos mínimos de la responsabilidad que implica legislar o gobernar un municipio o una entidad, que de lograr su objetivo, como se ha visto hasta ahora, dicho con respeto, serán más un perjuicio que beneficio para los electores.
Y en segundo lugar, que las elecciones actuales parecen estar planchadas, negociadas por las cúpulas de los distintos partidos políticos. En Querétaro como en todo México no habrá una verdadera competencia sino una simulación de democracia utilizando para ello a sus partidos satélites, creados ex profeso, en la que será la misma clase política, que sólo aparece cada tres o seis años, dispuestos a “sacrificarse” para trabajar por su “gente” desde los puestos de poder, dejando de nueva cuenta a los queretanos en las mismas condiciones; en el olvido, sumidos en pobreza y con las mismas carencias. Los candidatos, pues, no son elegidos por la ciudadanía sino acordados por las cúpulas de los partidos, que tienen todo repartido.
¿Cuántos políticos no se han comprometido a cambiar las cosas, a mejorar la suerte de las grandes mayorías con programas sociales, a luchar contra la corrupción, la impunidad, en la creación de empleos, a velar por la salud, la educación, la seguridad de la población y a luchar contra la delincuencia, etcétera? Muchos, miles de discursos prometedores se escuchan en tiempos de campañas, pero el pueblo sigue viviendo igual o peor. Por eso la única alternativa de los ciudadanos está en su unidad y en su organización.
México cuenta con mucha riqueza, con hombres y mujeres esforzados y trabajadores, pero eso no basta, se requiere con urgencia un verdadero cambio. México no merece los gobernantes que tiene, dedicados a dividir, mentir, a vivir y abusar de la buena fe de los ciudadanos. Por todo esto, la verdadera salida está en trabajar en la creación de una gran fuerza nacional que mejore las condiciones de vida de todos y no de unos cuantos. A trabajar por una verdadera democracia, en la que a los pobres no sólo se les busque y se les tome en cuenta para generar riqueza para sus patrones, y cada tres o seis años para formalizar la distribución del poder entre los políticos de siempre.
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