Cine, Editorial 3 octubre, 2019

Midsommar – El terror no espera a la noche. Dir. Ari Aster

por Redacción

Por Juan Pablo Lagunes @juampslag

¿No es inmensamente irónico el hecho de que planees un viaje a Europa para escapar de la realidad que estás viviendo y, al final, todo resulte mucho peor? Si creen que no, pregúntenle a Dani, protagonista de Midsommar – El terror no espera a la noche y me cuentan qué les dice.

Ari Aster, escritor y director de esta película, se ha convertido en uno de los talentos jóvenes con mayor proyección en Hollywood, ya que después de sorprendernos a todos con Hereditary – El legado del diablo el año pasado, ahora nos trae Midsommar, una apuesta más arriesgada que pondrá incómodo a más de uno pero que nos hará enamorarnos de la manera en que este hombre hace cine.

Una pareja viaja a Suecia para visitar un pueblo endonde se celebra la festividad del Solsticio de Verano. Lo que empieza como un agradable retiro, evoluciona rápidamente a una violenta y bizarra competición a las manos de un culto pagano. A partir de una premisa novedosa, tenemos como resultado final un filme que cumple con presentar algo original, pero con una cosa clara: esta película no va a gustarle a todo el mundo.

Me parece importante resaltar que existe una conexión invisible entre Midsommar y Hereditary, ya que ambas ejemplifican muy bien lo que está comenzando a ser el estilo de Aster: movimientos de cámara de enciclopedia (este señor estudió cine y lo demuestra en cada plano), uso magnífico del sonido (tanto en efectos sonoros como en score) y una historia original e inmersiva. Dicho esto, debemos decir que al neoyorquino de 33 años, no le da miedo explorar territorio desconocido, en una industria que actualmente vive a base de las secuelas y los remakes.

Hay que tener muy claro qué tipo de película es Midsommar. Para verla, debes estar preparado para estremecerte; no debes esperar una película entretenida y palomera. Vas a ver violencia, vas a ver drogas, vas a ver cultos religiosos, vas a ver desnudez y te tratará de meter una gran cantidad de ideas a la cabeza, que seguro no captas todas de primera instancia. Debes estar atento/a al más mínimo detalle. Dicho esto, Ari Aster la describe como una película de una separación, en el sentido literal y en el figurado de la palabra. Casi toda la película está ambientada en una comuna sueca en donde el sol nunca se pone, haciendo de este un concepto muy original y a su vez dando un paso adelante en el género, demostrando que también se puede espantar a plena luz del día. También debemos mencionar que no es la típica película de “miedo” en donde abundan los jumpscares, más bien es un terror que, junto con la música y los demás sonidos que nos brindan, te hará angustiarte por lo que está a punto de pasarle a nuestros personajes.

Hablando de ellos, hay que mencionar que toda la labor histriónica se la lleva Florence Pugh, ya que es el único personaje que Aster se dedicó a desarrollar de manera completa; de los demás sólo sabemos que son aspirantes a antropólogos que buscaban ir a divertirse y a aprender a Suecia. Es por esto por lo queel escritor se dedica a que estés consciente del lugar en el que están para que entiendas el por qué de las acciones de la gente ahí; quizá es una manera un tanto mediocre pero efectiva de excusarse en tantas cosas que ves en esta película: “No lo cuestiones, es algo cultural.”

La imagen en pantalla es un personaje más en la historia. Esta película no podría funcionar sin el perfecto uso de la luz natural de Pawel Pogorzelski, haciendo que nos de más miedo el hecho de que sea de día, que de noche. Como mencioné anteriormente, Aster sabe que usar el sonido de manera adecuadapuede producir más miedo que un jumpscare; y nos damos cuenta de esto en (spoiler sin contexto) una escena donde vemos una muerte no tan perturbadora, pero que gracias a los sonidos que nos dan, la escena es capaz de hacernos estremecer. En general, la producción montada por el director es sumamente acertada, considerando en que tienen la labor de convencer a su audiencia de que está en Suecia presenciando una festividad pagana; y lo logran.

En cuanto al talento actoral, podemos decir muy poco. Ya mencioné que Florence Pugh es la más destacable, pero es porque es la única con material para explotarlo. Jack Reynor tiene una de las escenas más intensas que he visto en mi vida y la logra muy bien; pero ni Will Poulter, Vilhelm Blomgren o William Jackson Harper tienen ningún momento para brillar. Lo mismo para todos los suecos que festejan el Solsticio.

No quiero hacer parecer a esta reseña como un alabo a Ari Aster, pero he visto sus dos únicas películas y me he quedado sumamente satisfecho con su propuesta, su energía y su visión para contar una historia intensa, dramática y perturbadora. Está claro que no es alguien que quiere gustarle a todo mundo, y seguro que a más de uno le desagradará su trabajo. Cuando en tu guion incluyes oraciones como “Creo que me he comido uno de sus vellos púbicos. o ¡Quita tu asqueroso pene del árbol de los ancestros!”, automáticamente estás delimitando de gran manera a tu audiencia. Aster dice que tiene listos más de 7 guiones para los próximos años, y si sigue así, valdrá la pena mirar todas y cada una de esas películas.

 

Calificación: 8/10.