Los enseres urbanos, bien sea por su deterioro, o por la acción humana desaparecen o dañados permanecen cumpliendo parcialmente su función.
Tal es el caso de estos pequeños postes que funcionan como elementos de contención entre el arroyo de la vialidad y la banqueta para que en caso de un incidente, el vehículo en cuestión no cause heridas o lesiones mayores a los viandantes.
En la esquina de Zaragoza y Corregidora ya solo queda uno debido a cualquiera de las causas señaladas en el primer párrafo de esta nota.
Además claro, de que haya sido posible como al parecer lo fue, de que sea un accidente el que los haya derribado. En este caso la autoridad citadina debe actuar y reponerlos a la voz de ya.
No así los colocados en Reforma-Arteaga y Corregidora que, con algunos detalles aún cumplen con esa importante función. En esa ubicación están los colocados originalmente.
A sabiendas de que hay personas que prácticamente roban material o bienes de la ciudad, para con ello obtener un beneficio económico, es importante un mejor resguardo de los enseres urbanos.
Pero sobre todo, en estos casos, hace falta civismo para que el ciudadano cuide su ciudad y las pertenencias de esta.
Existe el riesgo, sobre todo en Zaragoza y Corregidora de que a falta de esos elementos de contención alguien pueda sufrir lesiones graves.
Los riesgos existen en cualquier situación, sólo se trata de atenuarlos.
Por ello la invitación, primero a no participar en dañar el mobiliario urbano, ya que tiene una función más allá de lo estético.
Segundo, a denunciar a quien sea sorprendido en actos de vandalismo o robo a los bienes de la ciudad.
Tercero, autoridad ¿qué esperas?
Uno nunca sabe.
