Editorial, Jerónimo Gurrola 8 julio, 2019

La verdadera Revolución que viene. Por Jerónimo Gurrola

por Redacción

Interesa mucho señalar que ciertamente, las revoluciones no necesariamente tienen que ser sangrientas, no siempre son guerras; no todos los movimientos armados son siempre revoluciones, ni todas las revoluciones son siempre movimientos armados, si bien es cierto que son cambios violentos y profundos en las estructuras políticas y socioeconómicas de los pueblos. Violentos y profundos también quiere decir, un cambio de raíz, un cambio de fondo. Esto lo podemos apreciar con mucha exactitud en lo ocurrido en la Revolución Mexicana. 

 

La complicada situación económica de los mexicanos, el abuso del poder de los servidores públicos y las constantes reelecciones durante tres décadas de Porfirio Díaz, fueron el caldo de cultivo para que Francisco Ignacio Madero, miembro de las familias acaudaladas de México, dueñas de grandes haciendas del estado de Coahuila y educado en el extranjero se lanzara inconforme contra el sufragio efectivo, a través de su libro “La sucesión presidencial en 1910” con el que buscó dar a conocer la creación del “Partido Nacional Democrático”, acorde con las necesidades del país e inspirado en los “principios democráticos”.

 

La “Revolución Mexicana” de 1910, declarada por Madero el 5 de octubre en el Plan de San Luis, llama a los mexicanos a desconocer las elecciones para presidente para el periodo 1910-1916 y a un levantamiento armado general para el día 20 de noviembre. Pero la esencia, el objetivo fundamental de este movimiento maderista, fue la no reelección de Porfirio Díaz, y no precisamente la de llegar al poder para realizar los cambios sociales y combatir la injusticia social que prevalecía entre los mexicanos.Victoriano Huerta traicionó a Madero; Carranza desconoció a Huerta y asesinó a Emiliano Zapata; Álvaro Obregón asesinó a Carranza, y Obregón y Francisco Villa fueron asesinados por Plutarco Elías Calles. La revolución no fue tal, actualmente, losmismos problemas y el descontento social continúan pero agrandados. 

 

Viene esto a cuento, porque no faltan quienes afirman que lo sucedido en la elección del 1 de julio de 2018, en que triunfó Andrés Manuel López Obrador, le llaman “una verdadera revolución electoral pacífica que cambió radicalmente la titularidad en la conducción del Estado mexicano y las reformas”, y no se explican que haya críticos (detractores, los llaman), del nuevo gobierno de la república. Y para justificar y reforzar sus afirmaciones, toman fragmentos de pensadores afines a sus intereses de clase, por demás explicable, como Renán y otros: “La construcción de una Nación es el plebiscito de todos los días”, y, “la democracia no se construye de una vez y para siempre”. 

 

Los amlistas, molestos, afirman que mientras los apoyadores de Peña Nieto defendían con vehemencia las reformas transformadoras, cuando decían: “Son tantos, tan vastos y profundos los cambios, que requieren un largo periodo para ver resultados, que no basta un sexenio”, mientras que las mismas bocas de ganso, a los 180 días, ya exigen y critican a Andrés Manuel López Obrador “resultados tangibles y que sus ambiciosos proyectos son meras ocurrencias”. Continúan, ¿de veras no hay aciertos en ese periodo? Sólo los contumaces se dejan cegar por sus fobias, en algunos casos personales. Los de abajo, sin embargo, lo informan recientes encuestas, dan una aprobación de más de 70 por ciento de aprobación: 20 puntos porcentuales más que la votación del 18.

 

Excepto en que los proyectos de AMLO son ambiciosos con ambición de la mala, como muchos millones de mexicanos más, no coincido con los paleros que sostienen esto. Nohay fobia contra López Obrador; no hay aciertos en el periodo; no es cierto que los mexicanos que aprueben su gobierno sean más que los que votaron en la elección, y mucho menos que esta elección sea una revolución. La verdadera revolución, la primera, se acerca aceleradamente, el pueblo cada vez más consciente sabe que la alternativa no está en quienes gobernaron en el pasado, ni en quienes con ocurrencias gobiernan en el presente, cada vez más son más mexicanos que entienden que no tiene más opción que la formación de un verdadero partido que represente y luche por de la clases pobre de México, con un modelo económico que produzca pero que también distribuya lo producido por todos, y que ese partido se llama Antorcha Campesina.

 

jerogurrola@yahoo.com.mx

 

@jgurrola1